El Jardín Botánico Histórico La Concepción ha elegido como planta del mes de febrero al aloe, un género de plantas suculentas muy conocido y del que hay casi 350 especies distintas. El nombre es una palabra latina procedente del griego, que a su vez podría tener su origen en el hebreo, el árabe o el indio. En cualquier caso, todas son palabras que hacen referencia a algo amargo, dado que el jugo de sus hojas lo es. Esta planta funciona bien como ejemplar aislado; se debe ubicar en un lugar soleado y con un suelo que drene bien y no se encharque. En La Concepción puede verse junto a otros aloes en la zona de suculentas.
En invierno florecen muchos aloes, aunque el costero es una especie es muy ornamental. En la naturaleza solo se reproduce en las dunas costeras de la provincia sudafricana de KwaZulu-Natal, de donde es endémico. Por ello, es ideal para cultivarla en jardines mediterráneos no lejos del mar. Fue nombrada en 1880 por el botánico John Gilbert Baker en honor de un tal Sr. Thrask, del que no se sabe nada.
Aloe thraskii es una especie de crecimiento lento, con un único tronco que con el tiempo puede alcanzar los 4 metros de altura, y está adornado con las fibras de las hojas secas. Sus hojas son grandes, robustas y muy curvadas, de modo que los ápices de las inferiores llegan a tocar el tronco. Los bordes tienen espinas rojizas y están profundamente acanaladas, formando una ‘U’ en corte transversal. El color es verde claro, sin manchas ni líneas. Sobre las hojas aparecen dos o tres inflorescencias en racimos que a su vez se ramifican. Son de forma cónica y de casi medio metro, y en ellas se agrupan densamente las flores, que al principio son verdosas y al madurar amarillo limón o anaranjadas. Su néctar hace que sean muy atractivas para las abejas. El fruto es una cápsula triangular marrón rojizo